Por sus impresionantes beneficios nutritivos, los nutricionistas y foodistas ahora comienzan a considerar al garbanzo como un súper alimento. Sin embargo, esto no es nada nuevo en mi casa.
Si alguien llegaba con hambre, mi abuela era una experta preparando unos garbanzos atomatados con mucha cebolla sobre un poco de arroz blanco. Y lo mismo hacía mi mamá. Aunque llegara tarde de trabajar, siempre había tiempo para sofreír unos garbanzos con aceite de oliva, ajo y cebolla para comerlos con arroz o pan de pita.
Se me explicó que el garbanzo nunca te deja con hambre, y dependiendo de las especias y los condimentos, adquiere el sabor que deseas.
Lo que aprendí más tarde es que el garbanzo también es una excelente proteína para substituir la carne. Y como si fuera poco, según la organización The World Healthies Foods, se ha probado que al integrar garbanzos regularmente en tu dieta, puedes controlar el apetito y reducir la necesidad de ingerir alimentos procesados. Esto debido a la fibra en el garbanzo que te mantiene satisfecho.
Para tener una idea de cuánta fibra tiene el garbanzo, dos tasas son suficientes para cumplir con la fibra necesaria en un día. Además, el garbanzo es responsable de controlar el azúcar en la sangre, reducir niveles de colesterol y regular triglicéridos. También, puede ser beneficioso para tu sistema digestivo y reducir problemas en el colon. Incluso, cuenta con molybdenum que ayuda a la desintoxicación y manganesio que ayuda a producir energía y elevar la defensa antioxidante.
Para aprovechar al máximo estos beneficios, la clave es incluir los garbanzos de manera estratégica en tu dieta diaria. Los puedes ingerir en el desayuno en forma de pan o flat bread. Igualmente, puedes preparar un rico humus para la merienda. Puedes añadirlas como parte de tu ensalada o sopa y hasta guisarlas con otros vegetales. A continuación, les dejo dos de mis recetas favoritas…
Garbanzos fritos: Saltea una cebolla picadita en aceite de oliva y una vez esté dorada, añade una lata de garbazos. Luego, sazona con un ajo machacado y Adobo Goya. Déjalos sofreír y una vez los garbanzos estén dorados, cómelos con arroz integral o pan pita.
Sándwich de Falafel: En el procesador de alimentos, añade una lata de garbanzos, un diente de ajo, una taza de cilantro picadito, una cucharita de comino, otra de culantro, una de chili powder, y dos cucharadas de harina. Añade una gotas de agua si es necesario y forma unas bolitas del tamaño de tu mano. Aplástalas y sofríelas sobre aceite de oliva por unos 10 minutos hasta que estén doradas. Asegúrate de cubrirlos con una tapa para que se cocinen bien. Sírvelas con pan pita y aderezo de yogurt, ajo y cilantro.
Historia del Garbanzo
Para que tengas una idea de lo especial que es el garbanzo, éste se originó en una región del Oriente Medio conocida por regalarle al mundo una cultura culinaria donde los platillos consisten mayormente de legumbres. El cultivo del garbanzo comenzó precisamente cerca de los 3,000 A de C en la cuenca mediterránea y se fue propagando hasta llegar a la India y a Etiopía. Con el tiempo, se popularizó entre los egipcios, los griegos y los romanos y fue traído a nosotros por españoles y portugueses en el siglo 16.
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